
Un día salí de casa dispuesto quién sabe si a ser abrazado por el aire o dejarme abrazar por él. Recuerdo una explanada cuyo verdor invitaba a tumbarse, entonces el sol, que alguna vez bendijo con su luz el interior de mi cráneo, no dudaba, entonces uno se veía capaz de alzarse sobre las corolas de las flores, entonces uno concebía la realidad como un estante ...